viernes, 9 de noviembre de 2007
Siguiendo con mi constancia habitual, escribo un segundo comentario a la reflexión de Alfonso, con la inquietante duda de si se perderá de nuevo. Evidentemente, mi liderazgo en el temas de ordenadores...está por los suelos. A pesar de ello, con encomiable entusiasmo: Este es un tema habitual en mis clases en mis reflexiones, el de la consistencia, la presencia y el influjo del liderazgo, concepto que admite diversas traducciones. La primera, importante en la vida de la sociedad y de la Iglesia, es el del liderazgo tomado como testimonio. Es líder en una sociedad, al menos, de creyentes , el que es coherente en su vida y acciones, con su fe, sus creencias o sus valores. En una sociedad de pensamiento y de convicciones débiles, el testigo coherente resulta más raro, pero más importante y necesario. Otro aspecto, al que vuelvo a menudo, es la carencia de líderes creíbles, interesantes, creativos, capaces de entusiasmar y convencer, en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia, con la consiguiente pobreza y falta de atractivo de estas sociedades. Basta comparar la existencia de representantes de la sociedad, la`política y la Iglesia hace unos decenios y en nuestros días.
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