jueves, 19 de febrero de 2009

Mirar al frente con esperanza

Como sigamos así la palabra depresión nos va a saber a poco.
Supongo que habréis oído hablar en más de una ocasión de eso que se llama profecía autocumplida: a fuerza de repetir algo nos lo acabamos creyendo y terminamos por doblegar los hechos para que lo que suponíamos imposible se haga realidad.
No niego la existencia de crisis ni su profundidad, extensión y dramatismo. Tampoco niego la más que probable aceleración de la misma. Lo que niego con todas mis fuerzas es convertirnos en propagandistas del fin del mundo, con la morbosa complacencia de asistir a su llegada sin dejar de repetir ¡ya lo decía yo!
Nuestra obligación es encarar el futuro con determinación; seguir haciendo nuestro trabajo lo mejor posible; exigir de nuestra imaginación y conocimientos soluciones y no lamentos; estar disponibles para los amigos; ayudar al prójimo; hacer oídos sordos a los augures del mal, fijar nuestro ánimo en la realidad y ser garantes de la esperanza: muchos nos lo agradecerán.
Toda esta perorata, que os pido me disculpéis, la motiva este artículo del FT
http://www.ft.com/cms/s/0/36004b40-fd2a-11dd-a103-000077b07658.html cargado de razones pero también de espíritu vengativo.
Los hechos, todos ellos ciertos, tratados de cierta manera construyen una realidad dúctil y manejable para cualquier propósito: en este caso, presentarnos como el ídolo de cera que se derrite a ojos vista. Pero olvidan de modo culpable otra realidad que vosotros conocéis porque es la que vivimos cada día: es vuestra, nuestra realidad. Es la realidad de profesionales que crean, innovan, se esfuerzan, empujan a sus empresas hacia el futuro. La realidad de bancos como en el que trabajo que son los únicos que funcionan de manera solvente en el Reino Unido. O esa otra realidad de empresas del sector inmobiliario que sobrepasan en todos los aspectos positivos a sus competidores multinacionales, la mayoría de ellos del mismo país que el FT. O los empresarios que crecen en el sector de banca privada, mientras otros se retiran abrumados por su inepcia. O los que siguen creando empresas, apoyando a los innovadores y trabajando por el futuro. Todos y cada uno de nosotros nos vemos descritos en esos retratos.
El mundo empresarial del Reino Unido nos ha elegido como chivo expiatorio para disimular sus problemas, que son muchos y tan graves como los nuestros.
Ahora, nuestro deber es reconocer la realidad, aprender de los errores y constituirnos en líderes del futuro. Y eso sólo se consigue si sabemos ver en dicho futuro un mundo mejor por el que merezca la pena luchar.
Siento de verdad esta salida de tono, pero necesitaba abatir los demonios de las negras profecías y os considero tan buenos amigos y mejores personas que sé que sabréis disculparme.
Un cariñoso, fuerte y esperanzado abrazo.
Nacho.