martes, 29 de julio de 2008

No todas las carreras son iguales

Me pide Juan Mari que publique esta reflexión

El texto de san Pablo que hemos comentado pertenece a la primera carta a los Corintios, cap. 9, 24-27., y dice así (en una traducción algo anticuada): “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos, sin duda, corren, mas uno solo recibe el premio? De tal modo corred, que lo alcancéis. Y todo el que toma parte en el certamen, de todo se abstiene; y ellos, al fin, lo hacen por obtener una corona que se marchita; mas nosotros una que no se marchita. Yo, pues, así corro, no como a la aventura; así lucho en el pugilato, no como alguien que da en el aire; sino que abofeteo mi cuerpo y lo reduzco a esclavitud, no sea que después de pregonar el premio para otros quede yo descalificado”. Lo que Pablo quiere decir está explicado con términos propios de los certámenes atléticos del estadio del istmo que tanto gustaban a los habitantes de Corinto. Creo que su mensaje es que todos debemos hacer una opción fundamental, que exige sacrificar, limitar, poner en su verdadero valor otros aspectos de la vida. Pablo ha optado por Cristo, es su premio, el tesoro de las parábolas, y para conseguirlo vende cuanto tiene y nos invita a seguirle.
Todos realizamos en la vida algunas opciones fundamentales. Por la mujer que compartirá nuestras vidas, por los hijos, por los amigos, por algunos principios, por Dios. Por un amigo fuiste Cami a Lisboa, por la felicidad de vuestra mujer e hijos sois capaces de negaros tantos deseos, por la fidelidad a vuestros principios superáis no pocas tentaciones. Son opciones fundamentales que podemos compartir con otras, pero no con aquellas que son contradictorias o que impiden conseguirlas en plenitud.
El cuerpo es una noción más completa y abarcante que el cuerpo serrano que tenéis algunos: son las pasiones, la ambición, la infidelidad, el egoísmo, la soberbia, el dejar para mañana lo que deber cumplir hoy… Cuidar el cuerpo físico no es malo siempre que no lo convirtamos en un ídolo que impida atender, cuidar, mimar nuestras opciones fundamentales, las grandes decisiones que marcan nuestra vida. Nunca he hablado contra vuestra atención al cuerpo, aunque a veces pueda parecerme desmedida, pero me parece elemental que dediquéis a Dios AL MENOS tanta atención, perseverancia, preocupación y entusiasmo como dedicáis al cuerpo (y a ganar maratones). Estoy seguro de que, en lo profundo de vuestro corazón, comprendéis que no es aceptable que personas como vosotros, bien formadas, con sensibilidad religiosa y comprensión de los valores, tengáis pereza por una vida religiosa más profunda y por el contrario, seáis tan exigentes, tan rigurosos (con los gramos de vuestra grasa) y tan sacrificados, tan satisfechos con vuestros pequeños triunfos. Al fin y al cabo, diría san Pablo, llegáis a una edad en la que los tejidos y músculos comienzan a anquilosarse y los pasados triunfos solo serán recuerdos de viejos mientras que el amor a Cristo y la riqueza de vuestra personalidad propia seguirán constituyendo vuestra fuerza y vuestra felicidad.
Queridos amigos y hermanos míos, a pesar de mi pequeñez (no es una fórmula) estoy seguro de interpretar bien a san Pablo en lo que he escrito en estas líneas, y me atrevo a deciros que ya es hora de que despertéis. Habéis recibido demasiados talentos de toda clase para que actuéis cual tacaños en potenciar vuestra vida religiosa.

miércoles, 23 de julio de 2008

S.Pablo

En la oración de esta mañana leo en san Pablo: " Yo corro, pero no al azar; boxeo, pero no contra el aire; mis golpes van a mi cuerpo y lo tengo a mi servicio".
A veces, el cuerpo nos tiene a su servicio.

martes, 22 de julio de 2008

¿a quién buscas?

¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?, pregunta en el evangelio de hoy Cristo resucitado a la Magdalena en su primer encuentro tras la resurrección. Lloraba y buscaba y, sin embargo, le tenía delante.
Nosotros decimos buscar cuando, a menudo, le tenemos bien vivo delante de nosotros, en lo más íntimo de nuestra vida. En realidad, no le buscamos mucho porque estamos tan entretenidos, tan ocupados, tan obsesionados por lo que siendo importante o divertido solo es una parte de nuestra vida. Decimos buscarle, pero no tenemos tiempo para mirar, decimos buscarle y solo tenemos ojos para otras cosas. Tal vez solo sea una pose, una intención sin consecuencia.
Sin embargo, cuando decidimos algo con voluntad lo conseguimos, aunque sea algo irrisorio.
Si la mente está demasiado ocupada, el corazón puede ser un desierto y los ojos no ver nada.

lunes, 21 de julio de 2008

Sequía?

Mis apuntes para esta sección han aparecido misteriosamente en el blog del canon.

sábado, 19 de julio de 2008

De la naturaleza al Creador

Paseando esta mañana con calma y paz a lo largo de la inmensa playa he recordado que Ignacio y Adela se encontraban esta semana en la sierra del Segura.
Qué ocasión más magnífica de disfrutar de la naturaleza e intentar trascenderla. Los benedictinos eligieron siempre paisajes espléndidos para sus monasterios, considerando que la oración fluía espontáneamente en lugares en los que resultaba más fácil pensar en Dios.
A menudo se narran historias de pastores que han vivido buena parte de su vida en la soledad del monte, pero que poseen una vida interior sorprendente.
Yo he conocido algún caso en mi juventud.
Vosotros que dedicais tanto tiempo a correr por el campo, entre árboles, en plena naturaleza, teneis , también, esa ocasión: salir de vosotros mismos para adentaros en vuestro pensamiento y en vuestro corazón. No solo aprovechais mejor el tiempo sino que, sobre todo, os adentrais en el mundo inefable de la oración y de la reflexión. Es una manera espléndida de crecer y madurar en la propia vida interior.
Se trata, por otra parte, de recobrar una noción llena de posibilidades, la del Dios Creador. A veces somos muy ecologistas y olvidamos que esa admiración y preocupación tendría que llevarnos a la reflexión sobre el Alfa y Omega de la creación. San Francisco de Asís constituye un ejemplo espléndido de este camino enriquecedor que nos lleva de las criaturas al Creador.

viernes, 18 de julio de 2008

La Confesión (continuación de la reflexión de Marinfinito)

Otra reflexión interesante, esta vez de Juan Carlos Ortega:

Una de las exigencias más difíciles de la fe y de la vida cristiana es la práctica de la confesión frecuente. Abundantes son los síntomas de la permanencia de esta crisis. ¡Cuántos padres de familia, cuando sus hijos se acercan al sacramento del Bautismo o a la Primera Comunión o al Matrimonio, sufren en su interior una división entre el deseo de acompañarles recibiendo la Eucaristía y el temor de tenerse que confesar después de muchos años! ¡Cuánto forcejeo durante la cuaresma para cumplir con la confesión anual! Podríamos pensar que esto ocurre entre los creyentes no practicantes. Pero el fenómeno se presenta igualmente entre los que sí practican su fe. Basta mirar la desproporción entre las personas que cumplen con la misa dominical y las que se acercan a comulgar. ¡Cuántos jóvenes fervorosos y asiduos a las actividades parroquiales y apostólicas se alejan tras sus primeras experiencias de pecado grave y el temor de confesarlas! No podemos ser ingenuos: junto a tantos buenos cristianos que practican con fe y confianza la confesión frecuente, se debe afirmar la existencia de una crisis en la práctica de la confesión. ¿Cuál es el verdadero problema de fondo que provoca la baja frecuencia en la práctica del sacramento de la Reconciliación? No pregunto a quienes no tienen fe o no practican la religión católica; dirijo mi pregunta a ti, que quieres ser, y en general eres, buen cristiano: ¿por qué no te confiesas con más frecuencia? Seguramente son varios los motivos. Deseo hablar de uno que no se ha considerado suficientemente. En muchos casos, los buenos cristianos no se acercan a la confesión porque en su interior tienen un profundo sentido de justicia y "prueban un sentimiento de indignidad ante la grandeza del don recibido. Pero tienen razón en sentirse indignos". Para entender lo anterior, nos puede ayudar un hecho que me ocurrió cuando era niño. Con motivo de mi cumpleaños esperaba un regalo especial. Mis papás, con el deseo de darme una sorpresa, me escondieron el regalo. Yo, pensando que habían olvidado comprarlo, me enojé con ellos, pero mi buena hermana me dijo dónde estaba escondido. Cuando lo encontré, tenía vergüenza de acercarme a mis papás, pero no por haberme enojado, sino porque comprendía que no era justo ni merecido el regalo que me habían conseguido. Ellos, a la vez que me festejaron alegremente mi cumpleaños, me hicieron caer en la cuenta de mi mala acción. Fue ahí donde comprendí, que perdonar no es un acto de justicia sino de amor. Todo perdón es injusto, pues no se lo merece el perdonado. Todo perdón es amor gratuito por parte de quien perdona y don inmerecido por parte de quien lo recibe. Es necesario, nos dice el Papa "volver a proponer con nueva audacia el sentido y la práctica de este sacramento" . Según esto, ¿qué les propongo? "Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mt 6,12) no significa principalmente que si yo no perdono no seré perdonado por Dios. Esto podría reducir el perdón divino a un simple acto de justicia. Por el contrario su perdón es siempre un acto gratuito e inmerecido por nuestra parte. Perdonar no es condición para ser perdonado: Dios está siempre dispuesto a perdonar. Perdonar, es decir, acoger al otro cuando no se lo merece, es necesario para aceptar el perdón de Dios, aunque sabemos que nosotros no lo merecemos. Pero a la vez, experimentar el perdón de Dios, no merecido por nuestras obras, es necesario para ser capaces de perdonar las injusticias que recibimos. Así lo afirma el Santo Padre: "Sólo quien ha sentido la ternura del abrazo del Padre puede transmitir a los demás el mismo calor, cuando ofrece el perdón". ¿Qué les propongo para que se acerquen con más frecuencia a confesarse? Les invito a descubrir la belleza del perdón; es decir, descubrir la belleza de perdonar sinceramente a quienes les han hecho mal y descubrir la belleza de ser perdonado aunque no lo merecemos.

jueves, 17 de julio de 2008

Más Ecumenismo?

Claro, faltaba la Iglesia Católica de Chavez. Titular del El Mundo de hoy "Chavez podría reunirse con Zapatero en Madrid". Supongo que además de estrechar lazos entre sus religiones, tratarán de la derrota de las FARC y de ETA, con diálogo y mirar para otro lado, o darles recursos para que se integren en la sociedad, y puedan sembrar más odio, ya que no hay que pedirles que se arrepientan de sus crímenes. De como hacer discursos de horas sin decir absolutamente nada, de la solidaridad con los pobres, pero sin que les quiten el petróleo, de cómo crear un nuevo imperio, derrocando a la nación más poderosa del momento. De como preocuparse de ellos mismos, con la palabra de proteger al pueblo en la boca en todo momento. De como echar a las empresas españolas de Venezuela, sin pagarles nada por sus inversiones.

Me ha salido bastante demagógico, y no me gusta. Pero a veces es divertido.

Silencio y Eucaristia

Me ha encantado esta reflexión que releeré con calma este fin de semana. El autor es D. Antonio Rivero, LC:

La vida crece silenciosamente en el oscuro seno de la tierra y en el seno silencioso de la madre. La primavera es una inmensa explosión, pero una explosión silenciosa. Dios fue silencioso durante muchos siglos, y en ese silencio se gestaba la comunicación más entrañable: el diálogo entre Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿Qué es el silencio? Es esa capacidad interior de saber estar reposado, calmado, controlando y encauzando los sentidos internos y externos. Es esa capacidad de callar, de escuchar, de recogerse. Es esa capacidad de cerrar la boca en momentos oportunos, de calmar las olas interiores, de sentirse dueño de sí mismo y no dominado o esclavo de sus alborotos. Uno de los males de la actualidad es el aburrimiento, que se origina de la incapacidad del hombre de estar a solas consigo mismo. El hombre de la era atómica no soporta la soledad y el silencio, y para combatirlos echa mano de un cigarrillo, una radio, la televisión, y para evadirse del silencio se echa ciegamente en brazos de la dispersión, la distracción y la diversión. ¿Para qué sirve el silencio? Es muy útil para reponer fuerzas, energías espirituales, calmarse, para encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos mejor, más profundamente. Es imprescindible para ser creativos. Todo artista, científico, pensador, necesita desplegar en su interior un gran silencio para poder generar percepciones, ideas, creaciones. Los grandes genios del arte y de la literatura fueron hombres que dedicaban mucho tiempo al silencio. Y de esos momentos de silencio brotaron las grandes obras. Es lo que llamamos el silencio creador, fecundo, productivo. Es condición indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios. Jamás le escucharemos si estamos sumergidos en el oleaje de la palabrería, dispersión, agitación. El encuentro con Dios se da en el silencio del alma. Así lo dice santa Teresa de Jesús: “Pues hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas –en fin, como para tal Señor-, y que sois vos parte de que aqueste edificio sea tal, como a la verdad lo es (que es ansí, que no hay edificio y de tanta hermosura como un alma limjpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras), y que en este palacio está este gran Rey y que ha tenido por bien ser vuestro Padre y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón” (Camino de perfección, 28, 9). Y san Juan de la Cruz nos susurra al oído: “El alma que le quiere encontrar ha de salir de todas las cosas con la afición y la voluntad, y entrar dentro de sí mismo con sumo recogimiento. Las cosas han de ser para ella como si no existiesen...Dios, pues, está escondido en el alma y ahí le ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo: ¿A dónde te escondiste?” (Cántico espiritual, 1, 6). ¡El valor del silencio! Las grandes decisiones en la vida nacieron de momentos de silencio. Necesitamos del silencio para una mayor unificación personal. La mucha distracción produce desintegración y ésta acaba por engendrar desasosiego, tristeza, angustia. Hay diversas clases de silencio. Jesús nos dijo: “cierra las puertas”. Cerrar las puertas y ventanas de madera es fácil. Pero aquí se trata de unas ventanas más sutiles, para conseguir ese silencio. Está, primero, el silencio exterior, que es más fácil de conseguir: silencio de la lengua, de puertas, de cosas y de personas. Es fácil. Basta subirse a un cerro, internarse en un bosque, entrar en una capilla solitaria, y con eso se consigue silencio exterior. Pero está, después, el silencio interior: silencio de la mente, recuerdos, fantasías, imaginaciones., memoria, preocupaciones, inquietudes, sentimientos, corazón, afectos. Este silencio interior es más difícil, pero imprescindible para oír a Dios e intimar con Él. Los enemigos del silencio son la dispersión, el desorden, la distracción, la diversión, la palabrería, la excesiva juerga, risotadas, la velocidad, el frenesí, el ruido. ¿Qué relación hay entre eucaristía y silencio? El mayor milagro se realiza en el silencio de la eucaristía. Las más íntimas amistades se fraguan en el silencio de la eucaristía. Las más duras batallas se vencen en el silencio de la eucaristía, frente al Sagrario. La lectura de la Palabra que se tiene en la misa debe hacerse en el silencio del alma, si es que queremos oír y entender. El momento de la Consagración tiene que ser un momento fuerte de silencio contemplativo y de adoración. Cuando recibimos en la Comunión a Jesús ¡qué silencio deberíamos hacer en el alma para unirnos a Él! Nadie debería romper ese silencio. Las decisiones más importantes se han tomado al pie del silencio, junto a Cristo eucaristía. ¡Cuántas lágrimas secretas derramamos en el silencio! Juan Pablo II cuando era Obispo de Cracovia pasaba grandes momentos de silencio en su capillita y allí escribía sus discursos y documentos. ¡Fecundo silencio del Sagrario! Así lo narra Juan Pablo II en su libro “¡Levantaos! ¡Vamos!”: “En la capilla privada no solamente rezaba, sino que me sentaba allí y escribía...Estoy convencido de que la capilla es un lugar del que proviene una especial inspiración. Es un enorme privilegio poder vivir y trabajar al amparo de este Presencia. Una Presencia que atrae como un poderoso imán...” . Preguntemos a María si el silencio es importante. El silencio de la Virgen no es un silencio de tartamudez e impotencia, sino de luz y arrobo...Todos hablan en la infancia de Jesús: los ángeles, los pastores, los magos, los reyes, Simeón, Ana la Profetisa...pero María permanece en su reposo y sagrado silencio. María ofrece, da, recibe y lleva a su Hijo en silencio. Tanta fuerza e impresión secreta ejerce el silencio de Jesús en el espíritu y corazón de la Virgen que la tiene poderosamente y divinamente ocupada y arrebatada en silencio.

miércoles, 16 de julio de 2008

Ecuménicos ?

Seguramente no debiera ser complicado tener una identidad clara y ser respetuosos y dialogantes con otras religiones e identidades, pero la reunión de Madrid de estos días me deja perplejo.
La organiza el rey de Arabia Saudita, en España, recordando "El Andalus" y lo acepta nuestro gobierno.
Como es bien sabido, el régimen saudita- el rey- no permite ni una capilla en su reino, ni una conversión-considerada como traición- ni una manifestación religiosa.
Como es bien sabido, también, la cacareada tolerancia del "Andalus" es una invención de la progresía contemporánea. Como apenas quedaron cristianos en tal idílica región no pudieron contarnos lo bien que lo pasaban marginados, pagando impuestos por ser cristianos, etc.
Y nosotros, ébrios de gozo por la invasión árabe y la cultura árabe de la que tanto gozaron los cristianos, participamos hoy con quienes tanta nostalgia mantienen de la tierra que les robamos y pretenden enseñarnos cómo ser tolerantes...a nosotros que tenemos en estos momentos una mezquita por metro cuadrado ...ellos que no permiten levantar iglesias y persiguen a los cristianos.
Me resulta ligeramente desconcertante.
¿No existirá el principio de reciprocidad en las relaciones internacionales?

martes, 15 de julio de 2008

Preguntarse?

"Aquí no hay ningún por qué" contestaron a Primo Levi en el campo de concentración. Esa debe ser la muerte: la incapacidad de preguntarse y de preguntar. La absoluta pasividad mental, la falta de curiosidad, la no necesidad de explicaciones.
Me pregunto si, con demasiada frecuencia, no se da esta situación en nuestras casas y calles. Todos dan respuestas y teorías, pero no son fruto de una pregunta y reflexión personal sino de la pura asimilación-repetición de publicidades de todo género. Ya no pensamos, solo repetimos.
¿ o no?

lunes, 14 de julio de 2008

Creer y no practicar

En una entrevista aparecida ayer en el Magazine de "El Mundo", el ciclista Contador responde "Soy de familia creyente, pero no practico". La respuesta es algo ambigua, pero se repite con frecuencia. Resulta, en realidad una incongruencia. Se puede decir "soy ingeniero pero no ejerzo", pero ¿se puede afirmar amo a mi mujer, pero no practico?

¿Se puede creer en Dios y no practicar? Evidentemente, sí a juzgar por todos los que lo afirman, pero qué quieren decir cuando afirman que creen?

Claro que existen múltiples variedades en las que podríamos estar incluídos nosotros: practico, pero poco, casi nada, por pascua florida, solo la misa dominical...
¿Se reduce la páctica a la misa?
¿Se puede creer en Dios y solo ponerle en acto en un momento semanal?