“Las víctimas de la crisis: ¿Qué implicaciones económicas, sociales y éticas se muestran en todo este proceso?”
Cuatro consideraciones previas:
1.- En la actualidad vemos como los poderes públicos se han lanzado al denominado rescate del sistema financiero, basado fundamentalmente en imprimir dinero. Este dinero se inyecta en el sistema a través de las entidades financieras. Sin querer descargar la responsabilidad que todos y cada uno de los agentes del mercado tienen en la actual crisis económica, parece que son éstas, junto a la falta de supervisión y ineficaz regulación del mercado por parte de los poderes públicos, las que tienen una mayor responsabilidad en el caos que estamos viviendo.
Ha fallado la regulación establecida por los distintos gobiernos. Las leyes han sido ineficaces para monitorizar las relaciones, los acuerdos, los flujos de dinero. Han ido siempre por detrás de la realidad económica, han sido dictadas por personas analfabetas en la materia. El sistema ha fallado.
Las entidades financieras han sido verdaderos protagonistas en esta crisis. La principal función de las entidades financieras es la de prestar el dinero que reciben a través de los depósitos a otras personas o compañías para puedan desarrollarse. Pero han inventado un mercado artificial, que crecía constantemente de manera artificial. Su voracidad en la consecución de beneficios a corto plazo ha provocado la ficción de que el dinero creaba dinero, y han conseguido apalancar (hacer crecer el endeudamiento) tanto de la sociedad como de las mismas entidades financieras, hasta cotas inasumibles por el sistema.
La sociedad civil, tanto particulares como pymes, son fundamentalmente víctimas de la mala praxis tanto de poderes públicos como de entidades financieras. Aunque también debe considerárseles corresponsables de la crisis. La falta de valores, la falta de una ética cristiana, basada en la solidaridad, la austeridad, ha dejado paso a que la aspiración del estado del bienestar nos haya tenido adormecidos en las últimas décadas.
2.- La sociedad civil reclama soluciones a los dos mayores responsables del actual fiasco. Y estos reaccionan con medidas a corto plazo (impresión indiscriminada de dinero que traerá fatales consecuencias en el futuro), que se implementan además a través de esas entidades financieras que siguen anunciando beneficios a pesar de tener grandes agujeros en sus balances. Y ese dinero nuevo no llega además al mercado, a la pyme y al trabajador. Dos claros ejemplos: la inyección de 8.000 millones de euros a los quebrados ayuntamientos, que servirá únicamente para que puedan pagar parte de sus deudas y no para generar el prometido empleo (el empleo no lo olvidemos deben generarlo las empresas y los autónomos, no los poderes públicos). El segundo ejemplo nos lo dan las líneas ICO, destinadas a ayudar a pymes, pero que se instrumentarán a través de esas entidades financieras que niegan ese necesario crédito a las pymes.
3.- Es cierto que hemos vivido un ciclo de bonanza económica, en la que ha crecido el nivel de vida en los países desarrollados. Pero esto no ha servido para que se incrementase en la misma medida en el resto del mundo. Todo lo más, lo que se ha conseguido es que la brecha no se ampliase. En España la clase media, la predominante, ha visto mejorar sus niveles de renta hasta niveles insospechados hace solo unas décadas. Pero se ha visto arrastrada, como en el resto del mundo desarrollado, a un endeudamiento por encima de sus posibilidades de repago. En cuanto la economía, basada fundamentalmente en la construcción y en servicios que no son de primera necesidad (turismo), se ha enfriado, gran parte de esa clase media perderá su puesto de trabajo, sus posibilidades de generar los ingresos necesarios para hacer frente a las obligaciones acumuladas. Y en primer lugar de dichas obligaciones, está la deuda, bien sea hipotecaria o personal, con las entidades financieras. Dicho de otra manera, el español no ha sido capaz de ahorrar en los tiempos de bonanza. Nuestros políticos han incentivado una vida tendente a la superficialidad al consumismo. Las entidades financieras no han favorecido el ahorro tanto como el endeudamiento. En definitiva, no estamos preparados para afrontar una crisis de las proporciones de las que se nos avecina.
4.- Lo que se precisa hoy son soluciones no solo a corto plazo, sino a medio y largo. Y estas medidas nunca serán tomadas por los gobiernos de turno. El actual sistema, -la democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes, como diría Churchill- ha creado una clase social distinta y distante de la sociedad civil: la clase política. No son los mejor formados, ni los que han demostrado una mejor capacidad de gestión, ni siquiera los que tienen mayor vocación de servicio, los que acceden al poder dentro del sistema de partidos políticos. Y además, se encuentran con la presión de que deben ser elegidos cada cuatro años. Las soluciones que adoptarán serán las necesarias para asegurarse la reelección, ya que esta es la manera en la que funciona el sistema. Y esas medidas, en tanto en cuanto sean necesarias pero impopulares no serán nunca adoptadas. La creación de déficits públicos lo único que hace, si no se acompaña de medidas a medio plazo, es no solo hipotecar el futuro de las siguientes generaciones, sino el nuestro propio.
5.- La crisis actual se ha manifestado en el ámbito económico. Pero esta es solo la punta del iceberg. Nos enfrentamos a una crisis de la cultura occidental, al declive de la forma de vida que se ha desarrollado durante el siglo XX. Como se mencionaba con anterioridad, han desaparecido los valores sobre los que se fundaba (la ética cristiana). Se han relajado las costumbres de manera que hemos adormecido a la sociedad civil, la hemos convertido en indolente, en relativista. Lo importante no es el esfuerzo, sino el poder, el dinero fácil. Dinero crea dinero ha sido la máxima en los últimos tiempos.
Incidencia de la crisis en las pymes:
1.- Descripción de la situación
En Madrid existen más de 500.000 empresas, de los tres millones existentes en España.
Son responsables de más del 95% de los puestos de trabajo, siendo particularmente importante la incidencia de las micropymes, es decir, empresas con hasta 10 trabajadores.
En España se encuentran agrupadas en asociaciones empresariales, siendo la más representativa en Madrid CEIM, que agrupa a más de 200 asociaciones sectoriales y territoriales.
Las pymes han sido las protagonistas del crecimiento económico hasta 2007, tanto en la creación de riqueza como de puestos de trabajo
2.- El modelo de crecimiento se ha basado en el apalancamiento, en el endeudamiento. Las administraciones y las grandes empresas, con su poder de compra, han retrasado los pagos (de manera que las grandes compañías de distribución, por ejemplo Carrefour, basan gran parte de sus beneficios en cobrar al contado y pagar a 90 ó 180 días). Esta práctica –el descuento comercial- obliga a las pequeñas empresas que quieran trabajar con ellos a acudir a la entidad financiera para que le adelanten el dinero que necesitan para pagar el coste de las mercaderías o los salarios de sus trabajadores. En un sistema sano, las ventas no deberían financiarse a través de las entidades financieras. El retraso en el cobro de las mismas no debería superar el tiempo que nuestro cliente necesitase a su vez para cobrar sus ventas, lo cual, en un sistema tan informatizado y globalizado como el actual, no debería llevar, en ningún caso, más de 30 días. Si se consiguiese acortar los plazos de cobro a estas fechas se reduciría en gran parte ese dinero artificial corresponsable de la crisis económica actual.
En los últimos años hemos asistido además a un crecimiento de los beneficios de las pymes y con ello a una mayor renta disponible para empresarios y trabajadores. La falta de principios, la necesidad de maximizar el beneficio a corto plazo que mencionábamos antes, ha hecho que esos beneficios se utilizasen para que junto con un mayor endeudamiento se alcanzasen cotas de crecimiento más rápido. Pero si un año no crecen los beneficios, o incluso si desaparecen, no se puede repagar el apalancamiento, arrastrándose el patrimonio empresarial. Si además tenemos en cuenta la facilidad con la que se confunde el patrimonio personal con el empresarial en el caso de pequeñas empresas, nos encontramos con los dramas que leemos todos los días en los periódicos. Esto en el caso de los empresarios o autónomos, pero en el caso de los trabajadores vemos replicada la situación, ya que la renta disponible con la que contaban fruto del aumento de los sueldos derivada de la mayor actividad económica, hizo que estos se endeudaran por encima de sus posibilidades, no solo para adquirir la propia vivienda, sino para aspectos más marginales, como la compra de un coche, de la segunda vivienda, o incluso para financiar ocio –buen ejemplo son los viajes o los “caprichos”-.
3.- Descripción básica de lo que se conoce como “credit crunch”
Las empresas utilizan para su negocio diario líneas de crédito, normalmente basadas en el descuento comercial, para poder financiar su actividad. Estas líneas tienen normalmente una duración anual, y han venido renovándose de manera casi automática. Sin embargo, al carecer las entidades financieras de la liquidez necesaria para atender a sus obligaciones (también ellas han utilizado sus recursos para apalancarse con otras entidades financieras, y les reclaman esas deudas), lo que hacen es no renovar esas líneas y exigir a las pymes la devolución inmediata del dinero. La pyme no puede entonces hacer frente a sus pagos corrientes, deteriorándose sus balances inmediatamente. No pueden pagar los salarios, por lo que deben despedir a sus trabajadores lo que, además de de los dramas personales que ello implica, hace que descienda el consumo y con ello las ventas. En un entorno en el que no existen ventas la obligación es realizar continuas promociones, rebajas, lo que implica un estrechamiento de los márgenes empresariales, y con ello la posibilidad de pagar los salarios pactados. Es un círculo vicioso del cual es muy difícil salir.
4.- Conclusión:
El mal llamado estado del bienestar nos invita a trabajar menos y ganar más. Lo que valen son los derechos, olvidándonos de las obligaciones inherentes a los mismos.
Lo que se hace necesario es darle la vuelta al aforismo anterior. Es necesario que trabajemos más, y desgraciadamente ganar menos, durante los próximos años.
Lo que hoy es una crisis tenemos la obligación de convertirlo en oportunidad: la refundación de nuestra sociedad, de nuestra cultura, volviendo a los valores tradicionales y, en el caso de la iglesia, llamando la atención acerca de la validez de la ética cristiana, utilizando los mensajes de Jesús, como la parábola de los talentos, y el Sermón de la Montaña, como base de dicha refundación.
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