"Aquí no hay ningún por qué" contestaron a Primo Levi en el campo de concentración. Esa debe ser la muerte: la incapacidad de preguntarse y de preguntar. La absoluta pasividad mental, la falta de curiosidad, la no necesidad de explicaciones.
Me pregunto si, con demasiada frecuencia, no se da esta situación en nuestras casas y calles. Todos dan respuestas y teorías, pero no son fruto de una pregunta y reflexión personal sino de la pura asimilación-repetición de publicidades de todo género. Ya no pensamos, solo repetimos.
¿ o no?
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1 comentario:
Nuestra vida diaria nos obliga a dar muchas respuestas sin reflexión, basadas en nuestra intuición o experiencia. En la mayoría de las ocasiones no se nos permite reflexionar, y eso es lo que se valora, la rapidez en dar soluciones, y que estas soluciones sean las idóneas. Teóricamente la medición de la idoneidad está basada en la experiencia, en la asimilación de factores que nos permitan tomar decisiones rápidas y contundentes. Solo nos preguntamos por qué cuando las cosas han ido mal y queremos entender por qué tomamos esa decisión.
Desgraciadamente nos pasamos demasiadas horas trabajando en esas circunstancias y a algunos nos cuesta después el plantearnos el por qué de otras cosas. Creemos que seguimos en la oficina, y nos es más fácil no preguntarnos y simplemente tomar la decisión. Pero hay temas en lo que esto no vale. Son los temas importantes, no los urgentes.
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