lunes, 8 de febrero de 2010

El desayuno de la oración

Jesús nos indicó que la oración no es más que nuestro diálogo con Dios padre. De hecho, la única oración que nos enseñó es el Padre Nuestro. Los cristianos rezamos a Dios de manera individual, nos dirigimos a El para ofrecerle nuestra vida, agradecerle sus dones, y más habitualmente para pedirle favores. También lo hacemos en grupos de amigos o personas afines, en compañía de nuestra familia y seres queridos, con la misma intención. Así lo hacía Jesús con sus amigos y discípulos, y así lo hacemos desde las primeras comunidades cristianas.

Más adelante, el cristiano inventó la liturgia, y además de rezar en casa, o en el desierto, nos reunimos en iglesias, en torno al altar, para rezar juntos. No necesariamente conocemos a todos los parroquianos, pero sí que tenemos el objetivo común de oír la Palabra, su explicación, rezar y comulgar juntos.

Nuestros colegas protestantes sacaron el rezo comunitario de las iglesias, y muchas comunidades se reúnen en teatros, cines o locales en los que improvisan sus propias liturgias.

Una de ellas parece ser el ya famoso en nuestro país “Desayuno de la Oración”, en el que anualmente se reúnen un grupo de cristianos estadounidenses a rezar durante un desayuno, como su propio nombre indica. Hasta aquí poco que objetar. Conceptualmente, me parece más que loable, y es una magnifica forma de empezar el día. Me pregunto cuántos de los asistentes rezarán diariamente, cuántos lo harán con sus familias, o en sus empresas o puestos de trabajo. Imagino que la gran mayoría…

Abraham Vereide lo organizó hace más de 50 años, probablemente con buenas intenciones: reunir a personas influyentes –empezando por el presidente de USA- en un rezo matutino, para que sirviesen de ejemplo a otras muchas reuniones semejantes pero más pequeñas. La realidad es que ha devenido en un foro de networking con la excusa de la oración. O lo que es lo mismo, una utilización bastarda de la oración comunitaria en beneficio de intereses meramente económicos o de poder. Una cosa me ha sorprendido de este foro, y es que pudiese contar en 1994 con la madre Teresa…

En una sociedad tan alejada de valores espirituales como la nuestra, podrá sorprender una crítica tan acerada de este tipo de reuniones, proviniendo de un cristiano. Hasta ahora eran las asociaciones de ateos o de laicistas las que habían levantado la voz en su contra. Por diferentes motivos unimos la nuestra. ¿Admitiría nuestra sociedad un desayuno por la curación de un enfermo, al que los que asistiesen sólo les preocupase el dejarse ver e intercambiar tarjetas? Debería responder que no, pero me temo que incluso en estos ejemplos cercanos nos encontramos con reality-shows que tienen gran audiencia…

Nuestra clase política, incluso el admirado Obama, han perdido una ocasión única para reestablecer parte de su dilapidado crédito moral. El uno por asistir a un acto que le debería quemar en sus entrañas ateas y anti eclesiales. Como hacía Carpentier decir al revolucionario Victor Huges: “"Lo siento. Pero soy un político. Y si establecer la esclavitud es una necesidad política, debo inclinarme ante esa necesidad..." Más valiente habría sido asistir al desayuno y excusarse por no poder rezar a un Dios en el que no cree. Y largar después el rollo de la alianza de las civilizaciones y todo lo que quisiera. Y no citar la Biblia con objeto de dar señales de erudición

Los otros por criticar sin piedad, y sin ton ni son, la asistencia del célebre ateo a la reunión (lo mismo hubiesen hecho de no haber asistido). Todo el mundo ha valorado positivamente cómo pudo salir el presidente del paso. ¿Era eso lo importante?

Dediquemos a los políticos a resolver nuestros asuntos terrenales, y dejemos la oración para su verdadero cometido. No entristezcamos más a Dios.

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